El partido más largo (japezoa)

Mi abuelo ya no recuerda nada, o casi nada. 
Ni mi nombre, ni el suyo, pero cada vez que me ve con una pelota, 
le brillan sus ojos, agita la mano como pidiéndola y grita:

—¡Tócala de primera pu cabro!

Yo se la toco despacito. Y así jugamos, como antes, aunque ya no se acuerde que es mi abuelo.

Esta entrada fue publicado el 22 de julio de 2025.
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