Que 20 años no es nada (japezoa)

 Hace veinte años lo vi. Un punto diminuto entre las las curvas que suben y que llaman caracoles.

Un loco, pensé.

Un tipo con alforjas que subía el mundo mientras yo bajaba con amigos con aire acondicionado y cerveza en la mano.

No sabía que veinte años después sería yo el que pedaleé contra el viento buscando lo mismo: aire.

No sé en qué momento la bicicleta dejó de ser deporte y se volvió mi refugio. Es que  pasa algo arriba de ella, cuando el cuerpo calla y la cabeza se ordena.

Ahí entiendo. Ahí me entiendo.


Ayer subí. Los caracoles me esperaron con las mismas curva de entonces, pero ahora sé que el loco aquel no subía por llegar, subía por encontrarse.



Esta entrada fue publicado el 8 de noviembre de 2025.
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